¿Por qué le llamamos posverdad a lo que sólo son mentiras?
Nos ha dado por rebautizar lo que ya tenía nombre. Ahora, a las mentiras, las intoxicaciones y a las infamias prefabricadas, los periodistas las llamamos posverdad.
Nos ha dado por rebautizar lo que ya tenía nombre. Ahora, a las mentiras, las intoxicaciones y a las infamias prefabricadas, los periodistas las llamamos posverdad.
Casi toda la información se distribuye a través de los teléfonos móviles. ¿Por qué no adaptamos entonces todas las estrategias editoriales y de negocio en el periodismo a esta nueva realidad?
El Washington Post está acometiendo con éxito su transformación digital gracias al liderazgo de Jeff Bezos, pero también gracias a su paciencia…y a su dinero.
Una cosa es tener potenciales suscriptores y otra es tenerlos de verdad. Y encima, que paguen para que todos puedan leer el medio. El diario lo ha logrado.
Europa abre la puerta a acabar con un absurdo: que los medios digitales paguen un 21% de IVA mientras sus ‘hermanos de papel’ pagan un 4%.
El EGM no demuestra que los grandes periódicos se desplomen. Lo que demuestra es que se desploma el modelo de negocio basado en la distribución industrial de las noticias en formato papel. Nada más.
Los medios tienen que repensar su modelo de negocio. A lo mejor ya no se pueden empecinar en vender el producto como antes. A lo mejor el ‘cliente’ sólo pagará si les ofreces otros servicios que no son sólo las noticias.
Más allá de la conmoción, cabría reflexionar en términos de comunicación sobre qué está pasando para que gane la presidencia de los EE.UU. un candidato que tiene a todos los medios del mundo en contra.
The New York Times ha logrado un millón y medio de suscripciones digitales, pero no puede ser una referencia para los demás por la sencilla razón de que los demás…no son el New York Times.
El retrato de una prensa subordinada a oscuros intereses financieros llega bien a determinados sectores, pero no es real. O al menos, no es completamente real.
La carrera por adaptarse a los nuevos hábitos de consumo hace que grandes periódicos terminen montando televisiones con parrilla en las redes sociales.
Más allá de quién tenga razón, la demanda de Prisa eleva a El Confidencial al rango de máximo competidor de El País en la lucha por los lectores en español. Ahí es nada.
La pataleta editorial de Vogue contra las nuevas influencers nacidas de Youtube y de Instagram es un acto reflejo de defensa: no son simples blogueras, son sus competidoras.
Lo importante no es lo que dice Martin Baron sobre por dónde vendrá el periodismo sino la actitud y predisposición que demuestra
La Sexta ha buscado su bueco y lo ha logrado. Antes, cuando pasaba algo relevante, poníamos el telediario de TVE. Ahora no, ahora ponemos La Sexta.
Nos hemos entretenido tanto buscando el Santo Grial del modelo de negocio que salvará el periodismo, que se nos ha olvidado que sólo la calidad puede combatir la epidemia de periodismo pop que estamos soportando.
Que los medios de este país son cada vez más débiles es algo poco discutible, pero no se puede decir tan frívolamente que están en manos de los poderes facticos que sojuzgan a ciudadanos indefensos. El maniqueísmo, aquí, no funciona.
Los paywall son sólo una solución para algunos medios. La gran mayoría deberá apostar por modelos mixtos para sobrevivir en el nuevo ecosistema de las noticias.
Los medios sólo sobrevivirán si son útiles a la comunidad a la que prestan su servicio
El buenismo no logrará frenar a los bloqueadores de anuncios en los medios. Hacen falta propuestas más creativas para sortear el desafío.
Juan Carlos Blanco Hablamos de la muerte de los periódicos de papel. Hablamos hasta agotarnos….