Los paracaidistas de la comunicación
Una estrategia de comunicación parte de una metodología y de un discurso, pero sólo será eficaz si se adapta al terreno que pisa, entiende qué necesita realmente un cliente y habla su lenguaje.
Una estrategia de comunicación parte de una metodología y de un discurso, pero sólo será eficaz si se adapta al terreno que pisa, entiende qué necesita realmente un cliente y habla su lenguaje.
Del mismo modo que pocos van al dentista cuando las encías están en perfecto estado de revista, también muy pocos se acuerdan de la comunicación cuando las cuentas de resultados se publican en días de vinos y de rosas.
La oferta se multiplica hasta el infinito. Podemos comunicar por multitud de canales y marcar la conversación desde los medios propios. Pero los medios ‘tradicionales’ siguen marcando la conversación. Si aparte de contar algo, quieres prescribir y quieres influir, no te olvides ni por un momento. 🗞
O se trabaja a largo plazo y con una cierta constancia o es muy difícil que funcione. Y os aseguro que en este terreno, como en tantos otros, no es fácil perseverar. Muchas empresas e instituciones empiezan con fuerza porque piensan que «algo hay que hacer», pero luego su esfuerzo se diluye en el día a día, entre otras razones, porque la inercia se traga sus buenas intenciones.
Cada cada cliente, cada empresa, cada institución, requiere de una aproximación particular a su modo de ser y de actuar y al contexto en el que se mueva.
Los consultores seguiremos siendo cazadores de confianza en favor de nuestros clientes, pero entendiendo que el nuevo contexto obliga a una transformación que, sobre todo, es mental.
Con ocasión del inicio de la pandemia, muchos bancos españoles aprovecharon el momento de estrés…
De un tiempo a esta parte, las empresas han hecho F-5 en sus esquemas de…
Cualquier estrategia es válida mientras se desarrolle en un marco en el que se respeten determinadas reglas éticas de juego, pero conviene no perder también el referente sobre los intangibles que son claves para que una estrategia sea buena, mala o medio pensionista.
El mundo cambia. Y las empresas tiene que entender ese cambio y adaptarse a él. Sin hacer los ejercicios de seguidismo o de populismo tribunero de quienes abogan por una solidaridad de postureo, pero sí mostrando la empatía y la inteligencia ambiental de quienes entienden las magnitudes de estos cambios sociales, económicos y políticos.
Las emociones lo son casi todo. En plena era del Big Data en la que todo se mide y se monitoriza para una mejor toma de las decisiones, los ciudadanos seguimos comportándonos como lo que somos: seres humanos que nos manejamos en función de lo que sentimos, de nuestras percepciones y de nuestras intuiciones.
A la hora de gestionar una organización y de transmitir y comunicar la convicción de un proyecto, las empresas abogan por discursos de Zidanes en los que las palabras clave suelen ser aquellas que aluden al diálogo, la colaboración, la empatía y al trabajo en equipo, pero, cuando las cosas vienen mal dadas, muchas aún prefieren que las guíen los Mourinhos de siempre, guerreros bravíos que señalan el camino a sus tribus como si se tratara de conquistar América a base de reflujos de testosterona.
Llevo tiempo leyendo sobre el modo en el que empresarios y directivos de grandes compañías…
La reputación no se adquiere con una, dos o tres acciones de marketing o de comunicación, por muy atractivas o impactantes que éstas sean. Ni tampoco se trata de un acto de fe. Esto no va de firmar una declaración de responsabilidad ni de pedir la entrada en un club de solidarios en busca de alguna causa a la que adherirse para quedar bien ante los demás.
Si una empresa cuida su comunicación a largo plazo y es constante, lo que está haciendo es fortalecer su credibilidad y su reputación, elementos esenciales de los que tendrá que tirar el día que tenga una crisis o deba anunciar algo importante.
El shock sanitario, social, político y económico del coronavirus es un shock emocional. Y, por tanto, hay que trabajar con las emociones para lograr la confianza de nuestro entorno. Pero no basta sólo con eso.
La pandemia nos ha cambiado. La fragilidad, el temor y la incertidumbre crecen hasta niveles…
Empatía, claridad en la transmisión de los planes de salida de la crisis y honestidad. !Qué menos!
Las empresas van a tener que obsesionarse con transmitir credibilidad, autenticidad y compromiso.
Las empresas no se pueden permitir el lujo de no adoptar una estrategia de comunicación. Y en situaciones excepcionales, menos aún.
Las empresas ya no pueden comunicar cómo antes. Se tienen que adaptar al nuevo ecosistema digital.
Un análisis de las estrategias de comunicación emocional que propone el experto Eduardo Lazcano.
Las reglas de la comunicación tradicional para las empresas también se han roto y hay que aprender a navegar por nuevos canales y lenguajes. Aquí os paso algunas recomendaciones para no perderos en el intento.