Hacer periodismo no puede ser como meterse en los juegos del hambre
Quienes leen este blog saben que llevo tiempo defendiendo que si queremos una prensa que…
Quienes leen este blog saben que llevo tiempo defendiendo que si queremos una prensa que…
Se necesitan presidentes, consejeros delegados y directores generales que sean capaces de ejercer de CEO activistas y que asuman también en primera persona la defensa de su compromiso en los medios de comunicación y en las nuevas plazas públicas de la conversación global, las redes sociales.
Cualquier estrategia es válida mientras se desarrolle en un marco en el que se respeten determinadas reglas éticas de juego, pero conviene no perder también el referente sobre los intangibles que son claves para que una estrategia sea buena, mala o medio pensionista.
Somos lo que tuiteamos. Y a algunos habría que ponerles en sus perfiles una advertencia para que no se les olvide ni una sola vez: tuitear puede ser peligroso para la salud.
Estamos asistiendo una vuelta de tuerca que está provocando que el ambiente se esté volviendo irrespirable. Y no hablo de que las presiones de quienes mandan sean cada vez mayores y que el cinturón de seguridad de las empresas periodísticas cada vez sea más pequeños, sino de que estas presiones empiezan a llegarnos desde demasiados frentes y pueden terminar por ahogar la capacidad de iniciativa de no pocos profesionales.
En un país tan acostumbrado al furor legislador, lo más cómodo es pensar en establecer de una vez por todas un marco legal que garantice esas reglas del juego. Pero el sentido común nos indica también que, más allá de incrementar nuestro corpus legislativo con más leyes y reglamentos, es más sensato cumplir con aquellas normas, ya aprobadas, que fomentan la transparencia y la rendición de cuentas de nuestras instituciones públicas.
Google, como le pasa incluso en mayor medida a Facebook, sabe que puede enfrentarse a un problema de dimensiones inabordables si sigue poniéndose de perfil frente al negacionismo estruendoso que alimenta con sus algoritmos.
En el tramo final de su trayectoria, el rey emérito ha dilapidado su reputación como otros han dilapidado sus fortunas. Y lo ha hecho por la vía rápida.
Hace tiempo que me he despreocupado de saber dónde aparqué anoche el coche. Miro Google…
El rey de los relatos por encargo se mostró en La Sexta TV como alguien incapaz de crearse un relato para sí mismo.
El mundo cambia. Y las empresas tiene que entender ese cambio y adaptarse a él. Sin hacer los ejercicios de seguidismo o de populismo tribunero de quienes abogan por una solidaridad de postureo, pero sí mostrando la empatía y la inteligencia ambiental de quienes entienden las magnitudes de estos cambios sociales, económicos y políticos.
La batalla del relato y de la imagen en la escena pública requiere de una narrativa audiovisual que destile una conexión continua con una sociedad moderna que conversa, se informa, se entretiene y decide sus opciones de compra en las redes sociales.
Reflexiones sobre la industria del periodismo de Daniel Hadad, alma mater del exitoso diario argentino Infobae
En dosis razonables, Google, Facebook y el resto de miembros del Leviatán tecnológico ayudan a los medios. Pero del modo en el que se usan, hacen el papel de camellos que les invitan a depender de sus productos sin contarles que terminarán beneficiándose de su adicción para explotarles sin contemplaciones.
El relato de la innovación social es el de esas personas que dan un paso adelante donde otros se retiran. El de quienes deciden que no hay mejor fondo de inversión social que el que apoya estas iniciativas para que salgan adelante.
La sociedad de la información es ya la de la desatención, una sociedad donde cada vez cuesta más prestar la atención por esta epidemia de distracción y desconcentración que es fruto casi directo del modo en el que nos manejamos con las redes sociales en la era de las pantallas táctiles.
Mauricio Cabrera ha escrito un ensayo en el que disecciona con pasión los males de la industria periodística, pero poniendo el acento en las soluciones.
Antes luchaban por lograr votantes y ahora por convencer a los telespectadores. Un cambio que tiene una explicación evidente: si están ahí es porque quienes planifican las parrillas saben que la política vende y que estas nuevas incorporaciones tienen a seguidores y detractores dispuestos a verles y escucharles allí dónde estén.
Convendría recuperar cierto orgullo mediático latino y, por qué no, inyectarle más marketing a lo que se hace por estos lares.
Las emociones lo son casi todo. En plena era del Big Data en la que todo se mide y se monitoriza para una mejor toma de las decisiones, los ciudadanos seguimos comportándonos como lo que somos: seres humanos que nos manejamos en función de lo que sentimos, de nuestras percepciones y de nuestras intuiciones.
La entrevista concedida por Leo Messi al canal de Twitch del comunicador Ibai Llanos con…
La desinformación es un nicho de negocio. Y muy lucrativo. Si tu nivel ético está en el subsuelo, es una excelente oportunidad de ganar dinero trabajando a sueldo como creador y distribuidor de bulos.
Hoy, la ‘guerra’ de los lectores se está trasladando a las bandejas de entradas de nuestros buzones de Gmail y, entre otras, a las aplicaciones de Spotify, de iVox o de Apple.
En líneas generales, las intervenciones tienen que ser siempre cortas. La atención cuando una intervención empieza a sobrepasar el minuto o el minuto y medio. En un coloquio, es clave mantener la vivacidad. Si las intervenciones son más cortas, el número de éstas se incrementa y se gana en dinamismo. Se trata de una cuestión de ritmo y, sobre todo, de qué se transmite.
Este parque temático destinado a la conversación sin barreras, un Disneyland de la comunicación interpersonal que destrozó el modelo de las llamadas de teléfono y los mensajes de voz de pago, va camino de transformarse en un barrio ingobernable cuyos problemas no se resolverán limitándose a salirse de los grupos de whatsapp o desinstalando la aplicación.
A la hora de gestionar una organización y de transmitir y comunicar la convicción de un proyecto, las empresas abogan por discursos de Zidanes en los que las palabras clave suelen ser aquellas que aluden al diálogo, la colaboración, la empatía y al trabajo en equipo, pero, cuando las cosas vienen mal dadas, muchas aún prefieren que las guíen los Mourinhos de siempre, guerreros bravíos que señalan el camino a sus tribus como si se tratara de conquistar América a base de reflujos de testosterona.
Necesitamos un consenso mínimo viable para luchar contra la desinformación, pero, antes que eso, lo que debemos que asumir es que tenemos un problema extraordinariamente grave.
Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y las fuerzas armadas no tienen un…
Un consultor de comunicación política aconseja, asesora, diseña y ejecuta estrategias informativas, pero no tiene esa última palabra casi omnímoda que le atribuyen algunos.
Muy interesante esto de Enrique Dans sobre el crecimiento de las newsletter de Substack. Yo…