Razones para pensar que no tenemos una prensa tan maligna
El retrato de una prensa subordinada a oscuros intereses financieros llega bien a determinados sectores, pero no es real. O al menos, no es completamente real.
El retrato de una prensa subordinada a oscuros intereses financieros llega bien a determinados sectores, pero no es real. O al menos, no es completamente real.
La presunción de inocencia como tal está dejando de existir en una sociedad que empieza a confundir la información con el entretenimiento. ¿Qué podemos hacer los periodistas?
Los expertos advierten de la llegada de una nueva tormenta de ‘destrucción creativa’ para la industria del periodismo. ¿Qué hacemos para soportarla?
La carrera por adaptarse a los nuevos hábitos de consumo hace que grandes periódicos terminen montando televisiones con parrilla en las redes sociales.
Weblogs se ha consolidado como una de las grandes del sector de los medios en español con un modelo de negocio adaptado a los nuevos hábitos de consumo de los lectores y a los anunciantes.
Más allá de quién tenga razón, la demanda de Prisa eleva a El Confidencial al rango de máximo competidor de El País en la lucha por los lectores en español. Ahí es nada.
El bulo viral sobre Piqué y las mangas cortadas del partido contra Albania nos deberían hacer reflexionar a los periodistas: ¿por qué hacemos tanto caso a cualquier intoxicación que nos llega desde las redes sociales?
La pataleta editorial de Vogue contra las nuevas influencers nacidas de Youtube y de Instagram es un acto reflejo de defensa: no son simples blogueras, son sus competidoras.
Lo importante no es lo que dice Martin Baron sobre por dónde vendrá el periodismo sino la actitud y predisposición que demuestra
La Sexta ha buscado su bueco y lo ha logrado. Antes, cuando pasaba algo relevante, poníamos el telediario de TVE. Ahora no, ahora ponemos La Sexta.
Los periodistas tenemos que adaptarnos a las nuevas realidades, pero sin caer en el papanatismo de creer que cualquier ‘nueva’ herramienta representa el advenimiento de un nuevo tiempo para la humanidad.
Nos hemos entretenido tanto buscando el Santo Grial del modelo de negocio que salvará el periodismo, que se nos ha olvidado que sólo la calidad puede combatir la epidemia de periodismo pop que estamos soportando.
Los medios se han pasado más de una década mendigando a Google y a las redes para que les paguen por sus contenidos. Ahora éstos quieren sus noticias en sus plataformas. ¿Por qué no intentar aprovecharlo en vez de quejarse tanto?
Que los medios de este país son cada vez más débiles es algo poco discutible, pero no se puede decir tan frívolamente que están en manos de los poderes facticos que sojuzgan a ciudadanos indefensos. El maniqueísmo, aquí, no funciona.
Las webs informativas no están muertas, pero ya no son el macho alfa de la manada periodística. Ahora, ese papel le corresponde a los artículos que mandamos a diario a las redes sociales.
Los paywall son sólo una solución para algunos medios. La gran mayoría deberá apostar por modelos mixtos para sobrevivir en el nuevo ecosistema de las noticias.
Lo importante de un medio no es su soporte, sino la marca. Trabajemos la confianza en ella
Los medios sólo sobrevivirán si son útiles a la comunidad a la que prestan su servicio
Los medios se han rendido a las redes sociales, pero éstas ‘esconden’ una trampa
La publicidad invasiva es un problema, pero no el principal, que es cómo adaptarse a un mundo en el que las noticias circulan por las redes y los motores de búsqueda y se consume preferentemente en los móviles.
The Times se apea de la guerra de las actualizaciones. La medida es discutible en plena era de las noticias en tiempo real, pero guarda una cierta coherencia como estrategia de contenidos y de negocio.
The Guardian anuncia despidos y recortes. El paradigma del periodismo en abierto y gratuito se tambalea. Sus mentores se han cansado de perder dinero.
El periodismo no es ‘hacer contenidos’. Intentemos no confundir a quienes nos leen
El Congreso de periodismo de Huesca es un ejemplo de apuesta por la transformación de los medios, pero no se libra de las discusiones sobre los temas ‘eternos’ de la profesión.
La vuelta de tuerca en la transformación digital de El País aventura lo que puede pasar, ya más pronto que tarde: el fin de algunas de las ediciones impresas de los grandes buques mediáticos.
El buenismo no logrará frenar a los bloqueadores de anuncios en los medios. Hacen falta propuestas más creativas para sortear el desafío.
Juan Carlos Blanco Hablamos de la muerte de los periódicos de papel. Hablamos hasta agotarnos….
Los periodistas nos quejamos demasiado. ¿No sería mejor parte del tiempo en el que nos lamentamos a buscar salidas a nuestros problemas?