Que la crisis del coronavirus está retratando a los dirigentes políticos de casi todo el planeta es algo que empieza a ser un lugar común, un concepto manido que no merece mayor discusión. Somos conscientes de que el comportamiento de los grandes líderes está siendo examinado en tiempo real por millones de personas a través de los medios de comunicación y de las redes sociales.
Y también asumimos que cuando esta crisis termine y pase a ser un recuerdo trágico en las memorias de los ciudadanos, también le pasará factura a quienes no hayan dado la suficiente estatura moral y política. Presidentes, ministros y reyes viven su particular Selectividad. Y no todos van a pasar este examen con nota.
En el caso de las grandes empresas, quizás algunas no se estén dando cuenta de que, en esta situación tan excepcional, los ciudadanos no sólo les exigen que mantengan sus cuentas de resultados a toda costa, que es su deber, sino también que muestren empatía y un compromiso con la comunidad que vaya más allá del mero cumplimiento de las directrices que les ordenen las Administraciones.
Nadie les reclama que se comporten de forma inconsciente con sus cuentas corrientes ni que saquen un carácter heroico que no tienen porqué tener, pero sí se les exige algo de sensibilidad y de espíritu solidario ahora que tanta gente tiene miedo, que tengan algún gesto con la gente, que se les note su humanidad.
Todos tenemos en nuestras mentes y vemos cada día ejemplos cercanos de personas, empresas e instituciones que están demostrando un coraje cívico que nos emociona porque nos llega al corazón, pero también de otras cuya frialdad y falta de empatía roza límites patológicos.
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3 comentarios en “El coronavirus y la reputación de los políticos…y de las empresas”
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